Saturday, January 06, 2007

Partidos por la Mitad

Para una amplia serie de países latinoamericanos, el 2006 estuvo marcado por el clima electoral. Muchos cambiaron sus gobiernos, algunos simplemente el nombre del líder y otros países, como Brasil y Venezuela, permanecerá por un siguiente período el mismo personaje.

Para el caso de Brasil, Lula ganó en segunda vuelta, por lo que se le hizo imprescindible, desde ya, presentar ciertos cambios en su estrategia de gobierno. La más notoria, la ampliación de sus alianzas con otros partidos políticos para lograr un adecuado apoyo del congreso, elemento fundamental para gobernar.

La situación que vive Venezuela, de la mano de Chávez, es completamente distinta a las otras izquierdas de la Región y con ciertas particularidades referentes a la estructura de la política partidista en las cuales vale la pena detenerse y analizar.

En una entrevista con Eleazar Díaz Rangel, Director del diario Últimas Noticias, éste me comentó sobre la problemática que tienen hoy los medios de comunicación que no son partidarios del gobierno. Durante los últimos años, su funcionamiento se ha visto entrampado y no han podido ejercer a cabalidad su función dentro de la sociedad Venezolana.

Hugo Chávez Frías, en 1999, no solo le ganó a sus contrincantes políticos para llegar al gobierno, sino que además derrotó a los medios, que en su mayoría en ese entonces, se oponían a sus propuestas. De ahí para adelante, el presidente decidió manejar las comunicaciones, entorpeciendo las labores de sus opositores y favoreciendo a quienes destacaran lo positivo de sus acciones y políticas.

Junto a estas medidas de imagen pública de la figura presidencial, Chávez se encargó de romper con el sistema de partidos. Los que estaban a su favor, fueron devorados por la impresionante capacidad del mandatario para llamar la atención, y por otra parte, los grupos de oposición han sido extremadamente débiles a la hora de organizarse y buscar consensos que vayan a favor de recuperar el escritorio principal del Palacio de Miraflores.

Si entendemos el rol de los partidos políticos como el medio de interacción que tiene la ciudadanía con quienes están en el poder, podemos apreciar que Venezuela comenzará un nuevo mandato de Chávez con el incansable problema de que son los medios de comunicación los que están jugando ese papel. Los partidos están siendo reemplazados por los medios y por cierto, éstos no cuentan con la estructura, orientación y libertades para hacer un trabajo de intermediario a esta escala.

Por otra parte, vemos que hoy Chávez tiene un liderazgo unipersonal. Es él quien se hace cargo de mantener “informada” a la ciudadanía, a través de su programa radial Aló Presidente o a partir de sus cada vez más largos discursos, con un estilo heredado directamente de su Gurú, un Fidel Castro más bien parecido al Quijote de la Mancha que sigue luchando contra los molinos en vez de hacerlos rentables para superar la pobreza y la marginación.

En conclusión: Venezuela, a pesar de tener los índices de felicidad más altos de la Latinoamérica, según el último estudio al respecto elaborado por la CEPAL, cuenta con una estructura política partidista dañada que se hace imprescindible reconstruir, en función de que realmente sean los partidos los que jueguen un papel de interlocución con el gobierno.

Que los políticos venezolanos tengan como foco de influencia solamente los medios de comunicación, no es sano para la política, considerando que la objetividad no estaría presente ni por equivocación en el ideal periodístico. Ahora, si bien para las últimas elecciones hubo un intento de reorganización, es preciso que la oposición, para tener éxito, logre una sólida base política antes de enfrentar a quien en la última elección ganó con un 61% de los votos.

Rescatar la política de partidos y establecer claras reglas del juego no solo será un aporte para quienes se oponen a Chávez, sino que también para el país completo, en la medida en que se estará frente a una clara contribución a la confianza internacional, elemento fundamental para reemplazar la estrategia que apunta a simplemente mirarse al ombligo y vivir de los altos precios del petróleo, por un crecimiento a partir del buen uso de la inversión extranjera.

La Nación - Chile
22 de enero 2007

El Diario de Nueva York
06 de enero 2007