Saturday, July 01, 2006

Ciudadanamente Controlado

Cumplir todo lo que se promete cuando se está en una campaña presidencial, generalmente, es un rotundo éxito, pero hay casos en que los tiros pueden salir por la culata, si es que no se cuentan con las estrategias necesarias para gobernar adecuadamente.

Los primeros 100 días de gobierno de Michelle Bachelet ya quedaron atrás. Ahora comienza un nuevo período. Con más del 90% de las metas alcanzadas, pero con una deuda que va más allá de las simples medidas que se toman periódicamente en función del bienestar de los chilenos.

Promesas más, promesas menos, fue el concepto de gobierno ciudadano el que conquistó un número importante de votos provenientes de un grupo de voces que esperaba por un espacio hacía ya bastante tiempo. Por primera vez, desde los años 80, la invitación fue a que juntos los chilenos se pusieran la banda presidencial. Y no alcanzaron a pasar los primeros 100 días de gobierno, para que se tomaran en serio la oferta.

De una vez por todas, la sociedad chilena se está organizando. Apagada durante años por un sistema de gobierno que no permitió moscas en el aire sin que fuera del total conocimiento del General. Luego, cuando todos creían que la noche pesaba cada vez menos y el miedo iba quedando atrás, el paternalismo fomentó la inseguridad, hecho que poco a poco se está revirtiendo.

Fue el informe de Desarrollo Humano 2004, elaborado por el PNUD, el que analizó este cambio en la sociedad chilena, mostrando aquella tendencia hacia el fortalecimiento del protagonismo de los chilenos, quienes ya no se conforman con respuestas establecidas, sino que hoy buscan ser partícipes de su vida y su país. Muchos comentaron que este libro fue como una Biblia para el programa de gobierno de Bachelet.

En campaña, los conceptos de continuidad y cambio fueron recurrentes en el discurso de la Concertación. Hoy vemos la continuidad en los valores de la izquierda chilena, pero por otro lado, hay un cambio, en la medida en que se invita a la participación ciudadana.

Una sociedad como la chilena, con débiles niveles de organización civil, requiere solamente de cinco personas, con un objetivo claro y una debida persistencia, para lograr cambios significativos en el país. Simplemente hay que proponérselo.

Durante la autodefinida primera etapa del gobierno de Bachelet, hemos visto varios ejemplos. Primero, la movilización de los estudiantes secundarios que llegaron a ser más de 700 mil, y que de una forma organizada y desvinculada a la violencia, están logrando grandes avances para la educación chilena.

Segundo, el sábado 17 de junio vimos a un grupo cercano a las 700 personas, todas víctimas de la delincuencia, que formaron una manifestación marcada por la diversidad de sus participantes, ya que no importó el sector socioeconómico o la tendencia política. El punto que los reunió fue simplemente un objetivo en común, dar a conocer un descontento.

Tercero, se acaba de llevar a cabo, el 24 de junio, un gran paro de automovilistas que se encuentran contra el impuesto específico a las bencinas. Hubo aproximadamente 300 personas, en una manifestación que todavía no vemos las repercusiones por sus niveles de organización y contundencia en los argumentos, pero ahí están, tratado de poner un tema en la agenda.

En conclusión: Se quiera o no, todos estos casos son ejemplos del gobierno ciudadano. Los propios chilenos que quieren ser partícipes de sus vidas y de la construcción del país en que viven. La continuidad ya la sabemos porque es evidente, ahora falta apreciar el cambio de La Moneda en el manejo de estos levantamientos. O bien preguntarse si queremos en realidad un gobierno participativo. Porque si bien la banda presidencial usada por los chilenos en campaña significaba un voto, ahora representa un protagonismo.

Podemos analizar el fenómeno como un problema para la gobernabilidad, pero también como una oportunidad para el desarrollo social, económico y sobre todo político de Chile, ya que se debe tener siempre presente que una de las grandes amenaza a la democracia, es el poder despiadado que se ejerce sobre la ciudadanía, lo cual genera reacciones violentas.

La Nación - Chile
01 de julio 2006